lunes, 8 de junio de 2015


Hemingway se vuela los sesos

 

Ernest Miller Hemingway es uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Al menos eso dicen los críticos. Los verdaderos críticos. Al menos, se ganó el premio Nobel de Literatura en 1954, junto con el Pulitzer en 1953. Nacido en Oak Park, Illinois, Estados Unidos, en 1899, manejó una ambulancia de la Cruz Roja en la Primera Guerra Mundial, donde fue herido de gravedad y se enamoró de una enfermera que le sirvió de inspiración para escribir Adiós a las armas (1929). La enfermera no correspondió su amor y Hemingway volvió a los Estados Unidos para casarse y vivir en Europa —París, específicamente— trabajando como corresponsal de prensa. En los locos años 20, frecuentó el círculo de literatos de la llamada «Generación Perdida», grupo de escritores —John Dos Passos y Francis Scott Fitzgerald, entre otros— que para Gertrude Stein lo único que hacían era perder el tiempo con la bebida. A los veintitrés años, Hemingway publica su primer libro de cuentos y poemas, Tres cuentos y diez poemas, que fue prohibido en su ciudad natal y molestó a su familia. (Los escritores siempre molestan a sus familias.) Hemingway comenzó a tener repercusión literaria en 1926, cuando publicó Fiesta en la editorial Charles Scribner's Sons. ¿Por qué Hemingway se voló los sesos? Gran pregunta. ¿Habría indicios de su decisión a lo largo de sus publicaciones? Tuvo gran impacto la novela Fiesta. Jack Barnes —el periodista emasculado de Fiesta—, se junta con un grupo de amigos en París y viajan a Pamplona a ver las corridas de toros (la fiesta del San Fermín). El personaje Barnes está castrado por culpa de una herida de guerra. Una herida acaecida en la Primera Guerra Mundial. Está castrado igual que un toro. Jack Barnes se engancha con la infaltable, una mujer promiscua que es ninfómana y tiene amoríos con casi todos los personajes de la novela. Fiesta prefigura el estilo lacónico de Hemingway. Descripciones detalladas del ambiente, diálogos punzantes y mucha acción. Desde luego, lo que prevalece en la literatura de Hemingway es la acción. La tauromaquia fue una de sus pasiones. La tauromaquia es pura tragedia. Porque en la tauromaquia hay una apología a la muerte y Hemingway estaba obsesionado con la misma. Tal vez no se hubiera suicidado con un escopetazo si la muerte no le hubiese interesado. Antes de Fiesta, publicó un volumen de cuentos titulado En nuestro tiempo (1925). El corpus narrativo de un escritor siempre debe tener un único y gran tema. Para Hemingway, fue, claro, la muerte. Cómo no. El notable cuento «Campamento indio», por ejemplo, nos muestra al pequeño Nick Adams, álter ego de Hemingway, que va con su padre a supervisar un parto de unos indios y el marido de la embarazada termina degollándose con una navaja porque no soporta los gritos de su mujer al dar a luz. O el magistral cuento noir —antes de que la literatura de género negro comenzara con Raymond Chandler—, «Los asesinos» —escrito en una noche—, que muestra al mismo Nick Adams en un restorán —el Henry's— acechado por dos pistoleros que matarán a un ex boxeador que tuvo líos en Chicago. Los pistoleros no encuentran al boxeador —que siempre iba a cenar al restorán—, se van y Adams decide avisarle a la víctima, en su pensión, quien no hará nada de ahí en adelante porque no quiere escapar: sólo esperará la muerte. La muerte fue el gran tema de este escritor que terminó suicidándose. Lo que pasa es que al leer a Hemingway te encuentras con una dosis de melancolía exasperante. Basta leer muchos de sus libros para darte cuenta de que el tipo sufría de una nostalgia y melancolía apabullante. Tengo varios cuentos favoritos de Hemingway. El crítico Fernando Emmerich escribió una vez en «Revista de Libros» de El Mercurio que Hemingway era un novelista mediocre. Recuerdo que el artículo salió para el centenario de su nacimiento, en 1999, y estuve en desacuerdo. Lo importante en Hemingway es lo que no se cuenta. Pongamos, por caso, el cuento «Colinas como elefantes blancos» o «El mar cambia». ¿De qué trata cada cuento? En el primero una pareja habla con nostalgia de su separación. «Y pudimos tener todo esto y cada día lo hicimos más imposible». En el segundo, en cambio, hay nuevamente una pareja, pero la mujer ha cambiado de equipo. Si no recuerdo mal, la mujer termina siendo lesbiana. Sexo y muerte; parejas que están unidas por un hilo; niños observadores. La guerra, un lugar donde prevalece la muerte, inspiró mucho a Hemingway. Por quién doblan las campanas (1940) es sobre la guerra civil española. O sea, el Adiós a las armas y Por quién doblan las campanas hay una guerra de fondo; sin embargo, el tema principal es sobre parejas que están expuestas en un escenario adverso. Ellos no pueden cambiar en donde están situados; sólo pueden luchar. La lucha del hombre por la vida es el gran tema en Hemingway. La guerra y la tauromaquia y la muerte no es más que una justificación para mostrar a personajes que luchan en la vida ante los problemas. «El mundo es maravilloso, y vale la pena lucha por él». Es una gran frase de Hemingway que a todo esto tenía grandes frases, y que se refleja en la trama de El viejo y el mar (1952): un viejo pescador cubano lucha en contra de un pez, lo caza y termina perdiéndolo por culpa de los tiburones (a fin de cuentas: la lucha del hombre por la vida). Hemingway fue un luchador, un guerrero que al final perdió: se suicidó. Confieso que cuando en 1997 vi la miniserie Hemingway, protagonizada por Stacy Keach, decidí que quería ser escritor. El personaje Hemingway exuda vitalidad. Hemingway es el prototipo de la masculinidad. He leído la mayoría de sus obras, la más débil es El verano peligroso (1985), novela póstuma que publicó para la revista Life sobre la rivalidad entre dos toreros. Particularmente, a mí me gusta Islas en el golfo y París era una fiesta. También me gusta Al romper el alba (1999), también póstuma, que compré en la FILSA (Feria Internacional del Libro de Santiago) en 1999, y que muestra el mundo de los safaris. El jardín del Edén (1986) exhibe otra vez a una pareja en un relato inédito para un escritor tan material y activo como Papá Hem. Al final, su lucha por la vida desembocó en un suicidio. Con todos los achaques debido a su personalidad autodestructiva, no podía escribir y estaba para el gato. Decidió dispararse con una escopeta de caza, la caza que tanto le gustaba en África, esa que le sirvió de inspiración para escribir Las verdes colinas del África o La vida breve y feliz de Francis Macomber. Hemingway terminó con los sesos desparramados en una habitación. Un final trágico. Un final de lo más literario. Nunca sabremos qué pasó en su cabeza al momento de jalar el gatillo.

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