Escritores de temer
Siempre me ha gustado la
literatura de género. Para mí no es basura, a diferencia de lo que piensan los pseudointelectuales
que hay en Chile, manga de tarados que preconizan lo que es bueno en
literatura, aunque ellos en realidad no saben cómo funciona el mundo editorial,
arbitrario y despiadado. O tal vez sí saben cómo funciona pero igual quieren
dar la lata con lo «correcto» y «literatoso». Precisamente es este mundo despiadado lo que hizo que existiera un
escritor de temer: Elmore Leonard. Nació el 11 de octubre de 1925 en Nueva
Orleans y murió en Detroit el 20 de agosto del 2013. Escribió, en la década de
los años 50, novelas del Oeste. Reconozco que el único novelista del Oeste que
he leído es Marcial Lafuente Estefanía, otro novelista de temer, aunque siempre
me sacaré el sombrero ante escritores como Leonard o Estefanía. En una ocasión,
Pedro Pablo Guerrero, periodista de «Revista de Libros» del diario El
Mercurio y docente del Magíster en Edición de la Universidad Diego Portales
—a todo esto un buen amigo mío—, me dijo que ni siquiera leía a autores como Harold Robbins. Vale decir:
Elmore Leonard, Marcial Lafuente Estefanía y Harold Robbins forman parte del
grupo de escritores de temer, aquellos que siempre serán considerados «incorrectos» por la masa bien pensante e ilustrada. Puede
que consideres que es mala literatura, pero hay que reconocer que son obras que
no aburren. Para nada. Eso ya es meritorio. Un tipo que no sabe nada de
literatura, que en una ocasión encontró malo un cuento mío sobre un serial
killer, Roberto Fuentes, que publica y publica en editoriales como Alfaguara y
profita de la literatura dictando talleres literarios para ignotos —en
los que cobra dinero. Si yo hiciera un taller literario, no cobraría. Haría lo
de José Donoso. Hay que tener estilo—, y que gana premios y premios como el de revista Paula
—que a todo esto ya no
significa absolutamente nada; cualquiera gana el Paula y ya no tiene la
repercusión de antaño— consideraba que mi cuento «Escrituras de un psycho killer» era malo. Lo que no sabía este sujeto lloriscón es que mi cuento era
un homenaje oblicuo a Elmore Leonard. No en balde, Quentin Tarantino hizo una
película basándose en una novela suya. Lo confieso: me agradaría escribir como
Elmore Leonard. Puedes encontrar sus novelas en Ediciones B, Versal o Alianza
Editorial. Puedes encontrarlo en las librerías de viejo de la Galería Venetto,
en Providencia, y disfrutar de su mazamorra de acción. Elmore Leonard es de la
escuela de Jim Thompson, sí. Lo bueno de Elmore Leonard es que fue un escritor
prolífico. Lo bueno es que te engancha desde la primera línea. ¿Qué he leído de
Elmore Leonard? Bueno, bueno. Vayamos con calma. Touch, sobre un
personaje llamado Juvenal, que sana a la gente con las manos. Trescientas
sesenta páginas adictivas que se leen sin que te des cuenta. Lo otro que he
leído es Joe LaBrava, ganadora del premio Edgar. Aquí vemos las
aventuras de un agente del Servicio Secreto. ¿Qué más? Tú ganas, Jack, Rum
Punch, Fulgor de muerte y El cazador de gatos. Se han hecho
películas y series televisivas de sus obras, y reconozco que me faltan todavía
muchas novelas de Leonard para disfrutar de este invierno que se nos vendrá.
¿Cuántas? Más de veinte. Aunque no escribió tanto como James Hadley Chase,
Leonard es un autor de temer. No es aburrido. Y cuando digo que es de temer,
digo que es un autor que engancha con su prosa. No quiere ser «literatoso». Sobre todo: aburrido. Aquí en Chile,
todos los huevones quieren realizar alta literatura. Todos los huevones quieren
escribir para la abuela chota que veranea en Zapallar o Cachagua y compra
libros en el Alto Las Condes. En realidad, no son más que eso: huevones. No
saben que realizar literatura chatarra es lo máximo. El género policíaco tuvo a
su hombre: ELMORE LEONARD. «Si suena como la
escritura, lo reescribo». Regla importantísima de Leonard. Regla que
cualquier escritor de temer debe aplicar como un mantra. Lo bueno de Leonard es
que se paseó por el género policial y lo hizo suyo. Le dio su propio toque. Y
puede que muchos traten de imitarlo, pero no lo lograrán. El escritor de temer
no debe imitar. El escritor de temer debe inventar. Los que se
creen escritores y aburren con su literatura, deben percatarse que en el magma
literario mundial hay gente como Elmore Leonard que supo lo que hacía y logró
lo que cualquier escritor que se precie desea: ser reconocido y llevado a la
gran pantalla. Porque Leonard fue uno más en Hollywood, la tierra de los
frívolos y despiadados, el lugar en el que falleció de sobredosis el ingenuo
River Phoenix. El lugar que desecha a los que no sirven. No hay nada más que
decir. Entre los escritores de temer, podemos encontrar a tipos que saben lo que
hacen. La estampa de un escritor de temer, que jode con su literatura al
crítico más docto, al jurado de premio literario más conservador y retrógrado —véase la última versión
del Premio de Novela «Revista de Libros» del año 2014—, que jode al cura Valente inclusive, sabe que el escritor de temer
debe serlo desde que se baña hasta que se acuesta. Un escritor de temer debe
tener un perfil que lo diferencie de autores como Pablo Simonetti, que a todo
esto es boring. Aburrido. Hay que execrar la literatura aburrida. Hay que
desafiar al crítico a lo Ignacio Valente si quieres ser un escritor de temer.
Valente debe escandalizarse. Ya lo hizo Fuguet con Mala onda. Fuguet es
un escritor de temer. Ortega, Baradit y Bisama son escritores de temer. Martín
Muñoz Kaiser es un autor de temer. Y me quiero detener un momento en Muñoz
Kaiser con su novela de zombis Evento Z, publicada por Forja hace poco.
Muñoz Kaiser nos pone la epidemia zombi en Valparaíso, algo inédito en Chile, y
creo que lo logra y puede ser considerado un escritor de temer, aunque a lo
largo de la novela nunca te dice cómo se generó, de dónde proviene el virus que
convierte al cadáver en zombi. Es lo único que critico de su gran novela y lo
bueno que está el catálogo de editorial Forja, con publicaciones como El
engendro, de Jean Pierre Coudeau. Como punto final, debemos recalcar que el
escritor de temer es un escritor de tiempo completo, aquel que no se aprovecha
de su pasado en la pobla ni es un autor que desea ser «correcto» para un jurado de lateros —veáse Premio de
Novela «Revista de Libros»
del diario El Mercurio año 2014 con Roberto Ampuero (igual salva, muy de
vez en cuando, Ampuero), Carlos Franz (un bluff) y Alonso Cueto (un novelista
policial maometano)—.
Aunque algunos son «correctos» a su modo. El escritor de temer sabe que su literatura no es como la de Pablo Simonetti. Lo aburrido no es una palabra en el léxico del escritor de temer. Que cada uno saque sus propias conclusiones al respecto. Nada más.